lunes, 9 de noviembre de 2009


Pero la curiosidad me mataba. Quería ir a ver lo que había sucedido. ¿Habían matado a alguien? ¿Se trataba de un secuestro? ¿malos tratos? ¿O sería una niña perdida y asustada? No lo sabía y quería averiguarlo.
Me quedé unos minutos pensativo hasta que decidí avanzar, cuando de pronto escuché a una mujer que lloraba. Me alarmé. Estaba seguro de que algo había sucedido. Mi curiosidad se hacía cada vez más y más grande pero a la vez la duda también era mayor y... no tenía nada que perder. ¿O si? De todos modos mi vida ya no sería la misma si volviera a casa sin saber lo que había ocurrido, así que avancé firme por la calle hasta llegar a la esquina iluminada. Mi corazón palpitaba a la velocidad de la luz y giré la calle. Cuando abrí los ojos lo vi allí, tendido en el suelo y sin respiración. Al lado de él, se hallaba una señora que lloraba desconsoladamente. Habían atropellado a su gato...

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