lunes, 9 de noviembre de 2009

la calle oscura


En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban. La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo. Caminaba cansado mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la medianoche. Fue entonces cuando de repente oí, más allá de aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera rápidamente, pero...
…el corazón me decía que tenía que ir hacia el ruido. Así lo terminé haciendo, entraba por la calle San Juan cuando de repente vi a una mujer tumbada en el suelo y un ventanal abierto. ¿Qué hago aquí?- me pregunté repetidamente-.
El suelo aún estaba manchado y la mujer seguía con el cuchillo en el pecho cuándo vino la policía. Nadie se preocupó por ella, no salieron los vecinos por la ventana y yo, sola, sentada en la calle, era la máxima responsable.
Semanas más tarde se sacó a la luz que todo aquello había sido un caso de maltrato, uno más en ese triste barrio.

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