jueves, 8 de abril de 2010

¿Cómo se siente Ricardo?

Me llamo Ricardo Mazo, sot del bando republicano y vivo con mi mujer Elena y mi hijo Lorenzo.

A causa de tener una ideología diferente a la del bando fascista, me refugiaba dentro de un armario en mi propia casa, por tal de evitar problemas a mi familia y de ser encarcelado y asesinado por los fascistas.

La impotencia y la ira me invadía, el no poder estar con mi familia de la manera que me hubiera gustado, y no poder protegerla ni cuidarla como es debido.

Al principio todo iba relativamente bien dentro de esa realidad en la que vivíamos mi familia y yo. Mi hijo iba a la escuela y Elena trabajaba en una lencería para poder pagar los gastos de la casa y yo mientras tanto traducía textos que Elema me encomenaba para no olvidar mis conocimientos de profesor y sobretodo para conseguir algo con el que poder alimentarnos.

Aun las cosas estando ya complicadas, el hermano Salvador nos empezó a complicar aún más la vida,ya que cuando Elena me explicaba que el hermano Salvado insistía casi siempre en acompañarla a casa, a las preguntas con las que bombardeaba a Lorenzo, o las visitas inesperadas que acababan con la tranquilidad y el silencio de nuestra casa.

Y yo sin poder hacer nada para acabar con el acoso que recibían mi hijo y mi mujer... ya que si lo hacía, todos mis esfuerzos, los silencios, todas las cosas que habíamos hecho... no hubieran servido para nada.

Yo estaba en mi casa, pero no ocupaba ningún lugar en ella, solo me encerraba dentro del armario hasta cuando no había nadie en casa, e incluso a la hora de dormir. Toda esa situación era un caos, me estaba dando por vencido, tanto sufrimiento y sobretodo toda esa impotencia que llevaba dentro era demasiada.

Aunque Elena me ayudaba a no perder la calma y a no sufrir era imposible, no podía quitarme de la cabeza la realidad en la que estábamos viviendo. Un buen día, el hermano Salvador vino a visitar a Lorenzo (ya que pensábamos escaparnos y por eso enviamos una carta al colegio diciendo que el niño estaba enfermo), eso empeoró las cosas.

El hermano Salvador entró en mi casa vociferando hasta encontrar a Lorenzo y le preguntó como estaba y a continuación vi como le decía que le dejara hablar con Elena. De repente oí gritar a Elena y mi desesperación llegó a su límite y decidí salir del armario de donde me encontraba, a socorrer a mi mujer.

Me abalancé encima del hermano Salvador, él, desconcertado, no sabía quien era y se lo preguntó a Lorenzo y él dijo que yo era su padre. El hermano Salvador empezó a gritar reclamando a la policía, mientras Elena lloraba desconsolada protegiéndome a mi y a Lorenzo.

Cogí fuerzas como pude y avancé por el pasillo de mi casa hasta llegar a una de las ventanas. No quería dejar a mi hijo ni a Elena, pero era por su bien y para evitarles problemas más adelante, no quería que sufrieran como lo habíamos hecho hasta ahora, así que miré por última vez las caras de Elena y Lorenzo y saqué fuerzas de donde pude para brindarles una sonrisa y finalmente me dejé llevar al vacío.

Querido diario... por Lorenzo.

Esta mañana me he levantado con un dolor de cabeza tormentoso, no tengo ganas de ir a la escuela. Eso sí que es algo tormentoso. Cada mañana nos hacen cantar una canción que, por cierto, no me gusta nada, es de viejos. Me gusta mucho más la que mama me canta cada noche antes de acostarme. Me gusta la voz de mama. Además esa canción que nos hacen cantar en la escuela no tiene sentido alguno. O como suele decir siempre papa: “No tiene ni pies ni cabeza.”. “Cara al sol con la camisa nueva” y la cantamos haga sol o este nublado, la cuestión es aburrir al buen y mal tiempo. ¿Y de donde se han sacado lo de la camisa nueva? Mama cada mañana me plancha la misma camisa, y lo lleva haciendo hace años, no tiene nada de nuevo. Es más, mi camisa tiene un par de agujeros dentro del bolsillo. La ropa nueva no tiene agujeros. ¿Sabéis lo bueno de la escuela? Que cada día se acaba. Y entonces llego a casa con papa y mama y jugamos. Jugamos mucho. Con papa siempre jugamos al escondite. Aunque ahora le llamamos “El secreto”. Le hemos cambiado el nombre, para que sea más divertido. Papa siempre me gana. Pero es normal, él es un profesional de este juego, se pasa el día entrenando. El armario es su escondite, pero eso no lo sabe nadie, ni nadie lo puede saber. Todo profesional del escondite, tiene su sitio secreto. Si lo descubren, pierde. De aquí el nuevo nombre, el secreto. Yo no conocía las normas de este juego, bueno, solo las sencillas, estas me las explicaron papa y mama. Nunca había jugado así. Es muy divertido. Mira si es serio papa jugando, que hasta cuando vienen visitas, el sigue escondido, entrenando. Será un gran profesional, ya veréis.

Todo iba bien hasta que un día el padre Salvador llegó por sorpresa. Yo me quedé apartado del lugar en que él y mama estaban. Pero estaba viendo todo lo que ocurría. El padre Salvador empezó a tocar a mama, y ella parecía que no quería. Al principio parecía que bailaran, pero más tarde mama empezó a chillar. Creo que no le gustaba lo que el padre Salvador le estaba haciendo. Ella estaba... ¿como se dice? Ah, desesperada... y muy nerviosa. Papa, que repito, era todo un profesional, salió de su escondite, antes de que el padre Salvador le hubiera encontrado. El juego no había acabado, pero papa salió. Salió y se lanzó encima del padre Salvador. Yo estaba asustado y me escondí debajo de la mesa. No vi nada más. Y solo escuché gritos.

miércoles, 7 de abril de 2010

LOS GIRASOLES CIEGOS, Alberto Méndez

En el cuarto y último capítulo titulado, Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos – cuento que da título al libro- hay una serie de temas que se ven muy bien reflejados ya que son únicos y verdaderos.

Primero, el tema clave y punto de éste último cuento es la religión; aquí, la religión se ve reflejada como un aspecto intocable, inequivocable e incuestionable. La carta que el hermano Salvador envía a un superior suyo está llena de alegaciones a la religión y, por consiguiente, a Dios. Por la religión, el hermano Salvador es capaz de cometer barbaridades, pero no son barbaridades porque se deben a la religión. 1 [...] ¡Ah! Ellos pretendieron alterar el orden de las cosas, modificar los designios del Señor, ignorando que non est potestas nisi a Deo y tuvimos que glorificar nuestra Victoria [...]. Es más, se lucha por el enaltecimiento de la religión, de ésta forma, las víctimas de la guerra son seres invisibles, inexistentes e desinteresados.

Dentro de éste apartado, encontramos un subtema que es casi ignorado, pero muy importante. Se trata de la educación que reciben los alumnos; 2 [...] ¡La Luz! Padre, con cuánto desconsuelo hablo de la Luz. A mis párvulos les hablaba de la Luz, porque necesitaba despertar su inquietud babulicona [...] cuando el hermano Salvador decide ser maestro de párvulos, la educación se convierte en un punto inamovible dentro del cual giran los alumnos. Podríamos decir, que la educación se trata del hilo que va a colación de la religión, y que, sin él, nada funcionaría.

Segundo, tenemos a un niño – hijo único- como tema de debate. El hermano Salvador ve en Lorenzo ‘’algo’’ que no ve en los demás, pero no sabe qué es. Podríamos decir que se trata de un presentimiento, pero verdaderamente, el hermano Salvador ve en Lorenzo una forma de ser que no se adecúa a la de los demás. Entonces, qué es lo normal para Salvador? Más adelante, podemos saber que el hermano Salvador ve una astucia o, quizás, una agilidad no común en los niños y, por ello, se fija en él. 3 [...] Todo empezó con un alumno extraño entre los párvulos. Solo Dios sabe por qué entre más de doscientos treinta alumnos tuve que fijarme en él. [...] pero había algo en él que, poco a poco, comenzó a llamar mi atención [...].

Así, podemos determinar o suponer que a la edad de Lorenzo, se aprendía lo que el maestro decía o quería decir, así, podemos decir que hay un control de la educación – saltamos al tema anterior-, pero no por ser o estar un poco más astuto era motivo de castigo, pero sí motivo de duda.

A raíz de éste niño –Lorenzo- el hermano Salvador acabará por infiltrarse en las vidas de los padres de Lorenzo y así, empezará a surgir un nuevo debate que lo convertiremos en tema. Tercero, tenemos que mencionar el lugar de la mujer en dicha época –la del franquismo- y, en relación al hermano Salvador, la atracción que padecerá hacía la mujer. Anteriormente, nos menciona el hermano Salvador que la carne es débil, y que a causa de ella, el hombre comete pecados 4 [...] La furia de Dios puede enloquecernos. Padre, conocí la carne [...].

La obsesión –llámenle así- del hermano Salvador empezó volcándose en Lorenzo, pero más tarde se acopló en madre de Lorenzo. El hermano Salvador dice que la mujer es pecado y que por ello, hay que intentar no caer en el pecado. Pero en el cuento vemos un sujeto- el hermano Salvador- que en vez de intentar no caer, lo que hace es precipitarse y se abalanza sobre la mujer. Se nos muestra el deseo como un objeto que rompe corazones, los destella, los atraca y deja que el sujeto no piense a donde va. La educación que intenta la madre de Lorenzo darle a su hijo, es grandiosa y cuantiosa y, pudiese ser que fuese ésta, quien enamorase al hermano Salvador. 5 [...] << ¡Canta!>>, le ordenó, <>

<< Mi hijo no quiere morir por nadie, quiere vivir para mí>>, dijo una voz suave y melosa a mis espaldas. Me volví y era ella. Ahora comprendo la frase del Eclesiastés: La mirada de una mujer hermosa, pero sin virtud, abrasa como el fuego. Yo ignoraba entonces que así nacía mi desvarío [...].

Así, podemos concluir que es un amor sin substancia, sólo deseos.

Cuarto, nos falta un segundo sujeto – el más importante de todos- que es el padre. El padre de Lorenzo es el porqué de estas dudas, es el porqué de éste seguimiento y también, el porqué de este deseo por parte del hermano Salvador. El padre de Lorenzo vive en un mundo inexistente, que se termina dentro del armario, ése armario que huele a soledad, miedo y, lo que los franquistas buscan, silencio. Un silencio con un hedor repugnante que divide el hogar en dos partes: la permitida y la no permitida. 6 [...] Era otra forma de complicidad, como el armario donde vivía mi padre o la viudedad de mi madre. Todo era real pero nada verdadero [...]. Este estupor que se vive dentro del armario está condicionado por la vida del franquismo o, mejor dicho, los militares franquistas que rompen sueños sin saberlo, que rompen familias sin conocerlas. Éste miedo se lleva a tal extremo que es capaz de asegurar una cosa, cuándo la mente dice otra cosa. Los franquistas ven en la víctima una debilidad sumamente fuerte que se deja consumir cuándo son descubiertos.

Finalmente, podemos englobar la situación comentando que todos los males producidos por el hombre –el hermano Salvador, en éste caso- se justifican con que es una necesidad del hombre y que, ellos –los impíos- quisieron arrebatarles el mandato, la fe y la Victoria. 7 [...] El Maligno quiso trocar mi orgullo en remordimiento y buscó la forma de humillarme [...]. [...] Se suicidó Padre, para cargar sobre mi conciencia la perdición eterna de su alma, para arrebatarme la gloria de haber hecho justicia [...].

La sociedad del franquismo


Temas de Los Girasoles Ciegos
La religión: La religión es un tema fundamental en el cuento, porqué es el elemento que guía al padre Salvador i por lo tanto a Elena i a su familia. Es tratado des de un punto de vista conservador, siguiendo siempre los textos sagrados para explicar los sentimientos del padre Salvador. Además cabe destacar que tal i como lo hacían en la época cita a la biblia en latín[1].
La posición de la mujer: En el cuento nos muestra en qué posición social estaba la mujer en aquella época. Nos describe como vivía siempre a merced de los hombres, aquí por ejemplo en su casa Elena está subyugada a su marido, y fuera de ello por el padre Salvador que no le quita ojo de encima, hasta el punto que ella se recluye en su casa para evitar-le.[2]
El miedo social: Como en aquella época fue en la narración se desarrolla como la gente después de sufrir la guerra civil i de ver la implantación de una dictadura muy rigurosa temía a la autoridad, y esta lo aprovechaba para controlar a la sociedad. En este caso la autoridad es el hermano Salvador que como miembro de la Iglesia tenía la misión de mantener la ideología de la gente ceñida a los pilares del catolicismo.[3]
La persecución social: Terminada la guerra el franquismo quiso asegurar-se que los partidos que le hicieron frente fueran destruidos completamente. Por este motivo empezó una persecución de republicanos, socialistas, y comunistas solo para evitar una resistencia que pudiera acabar con su poder. En el cuento el padre de Lorenzo que no ha podido escapar a Francia se esconde para que no lo arresten. Ya que Ricardo no simpatizaba con el nuevo régimen.
La educación fascista: Lorenzo nos cuenta como él vive la educación que el franquismo impuso para formar a los niños como fascistas, alejándoles del librepensamiento y arrojándolos a una instrucción acotada y controlada siempre bajo los principios del fascismo. [4]
La legitimidad de la violencia: Cuando el hermano Salvador va a casa de Elena la quiere forzar pero Ricardo instintivamente sale a defender-la, delatándose, se pelea con el clérigo , pero al final se suicida i el hermano Salvador se muestra enfadado por no haber podido terminar el trabajo que según el Dios le encomendó. Hubiera querido matar-le pero le da rabia no haber-lo podido hacer. [5]


[1] En el cuento aparecen expresiones que hacen referencia a varias intervenciones Jesús en la Biblia, por ejemplo sub nocte per umbram(en la oscuridad de la noche) o se patriam inquiere(aún buscan su patria).
[2] En la página 119, Elena dice” los dos aguantaremos a ese untuoso”, lo que demuestra que no quiere hacer-le frente por ser ella mujer i por eso prefiere aguantarse. 
[3] El hermano Salvador que sospecha que algo no va bien en casa de Lorenzo le interroga, preguntándole per su padre, por su madre i por si fuera poco intenta seducir a Elena para descubrir el secreto de su casa i así cumplir con sus obligaciones de policía  de la mente.
[4] Un ejemplo muy clara de este tipo de educación nos lo aporta el mismo padre Salvador en su carta, donde se queja que el niño no canta los himnos del franquismo. Dice:”…cuando todos los alumnos en fila , antes de salir del colegio, formaban marcialmente i entonaban el Cara el sol……Lorenzo….mantenía el brazo en alto i movía los labios pero no cantaba.
[5] El hermano salvador dice: Se suicidó, Padre, para cargar sobre mí conciencia la perdición eterna de su alma, para arrebatarme la gloria de haber hecho justicia.

Explica en unas líneas los sentimientos de los personajes del ultimo cuento:

El personaje principal del cuento es Lorenzo, el hijo menor de Ricardo y Elena. Durante todo el cuento podemos apreciar que Lorenzo se siente muy confundido ya que su padre está buscado por el regimen franquista y no entiende el motivo de esa persecución. Así, su padre tiene que estr escondido en su casa y Lorenzo, que tan solo es un niño tiene que fingir que su padre está muerto. Cuando juega con los niños no puedo contar las hazañas de su padre, tal y como lo hacen sus amigos y conocidos.
La madre de Lorenzo, Elena, intenta ser fuerte para poder salir de la situación tan dificil que la familia está pasando. Pero, cada vez le cuesta más, ya que ve a su marido muy deprimido y que ya no tiene esperanza. Además, Elena siempre tiene el miedo dentro, ya que en qualquier momento podrian descubrir el escondite de su marido. También tenía que soportar la angustia de no saber nada de su hija mayor, Elena, que se fugo con su novio antes de comenzar la guerra.
Ricardo, el padre de Lorenzo, en un pricipio se sentia con fuerzas para afrontar su convivencia secreta, pero a medida que pasa el tiempo se siente más frustrado y con menos ganas de todo, pero intenta ser fuerte delante de su hijo. Un dia el hermano Salvador se presentó en casa de Elena e intentó violarla, pero Ricardo salió del armario donde se escondia y pegó al hermano. Despues de este episodio se suicidio, porque el hermano Salvador avisaria a la policia.
El hermano Salvador, tenia muy claro que su fe era verdadera, pero este pensamiento se debilitó cuando empiezó a sentir atracción por la madre de un alumno suyo, Lorenzo. Está muy obsesionado con Elena y empieza a seguirle por la calle, e intenta acercarse a ella de la forma que sea. Un dia fue a visitarla a su casa y no pudo resistir a la tentación e intento violarla, pero apareció su marido, que supuestamente estaba muerto y le pego. El hermano Salvador relata su historia en el cuento a través de una carta que escribe a un cura para remidirse de sus pecados.

martes, 6 de abril de 2010

Describe los sentimientos y las vivencias de Lorenzo

El mundo de Lorenzo era diferente al de la otra gente. Vivía con sus padres, la madre ama de casa y supuestamente viuda y el padre escondido en un armario empotrado a la pared a causa de sus orientaciones políticas. Estaba buscado y no quería ser encontrado. Lorenzo siempre vivió con la duda de saber porqué su padre estaba ahí pues no se atrevió nunca a preguntarlo.

Desde bien pequeño mantuvo una fuerte convivencia con sus vecinos de su misma edad. Todos contaban proezas sobre sus padres pero él no lo hacia ya que tenia que proteger su gran secreto y el de su familia. De sus pequeños amigos aprendió sobre la vida, aprendió a hacerse fuerte y maduró gracias a las historias de miedo que les contaban y a las largas visitas al cine dónde escuchaban atentamente para intentar comprender los diálogos y la música. El sexo fue un tema que aprendió del cine, empezó a atar cabos cuando de repente se encontró con su cuerpo frente al espejo y no sabía exactamente que hacer con él.

Siempre le tuvo miedo al Cristo que tenía en la puerta dónde se escondía su padre, no le habían inculcado ninguna religión pero debió ser la intuición lo que hizo que se alejara de éste mundo sin comprender absolutamente nada. Se dio cuenta de que el padre Salvador, un profesor, le seguía. Éste intentó violar a su madre en la cocina y por su culpa su padre que ya no podía mas con el secreto y con las situaciones vividas se suicidó.

Ejercicio inventado para el cuento "Los girasoles ciegos"

- Explica cómo se siente Ricardo durante el periodo en que transcurre el cuento y arguméntalo.

Al principio, Ricardo, aunque no está contento de estar escondido en su propia casa, tiene la esperanza de que algún día podrá salir, o escapar hacia otro lugar, quizás mejor para todos (para él, para su familia y para los policías, ya que sería un problema menos). Ricardo va traduciendo los textos que Elena, su mujer, le trae de su trabajo. De esta forma, Elena puede ganar algo de dinero para comprar comida. Ricardo no es feliz, pero no está tan triste sabiendo que su familia está bien de salud y que no es perseguida por los policías. Se siente solo, ya que no puede salir a la calle, ver a sus amigos y respirar aire puro, el aire de la libertad. Vive en una constante preocupación y en un constante miedo a que le descubran, y lo que es más: que hagan daño a su hijo y a su mujer. A medida que pasa el tiempo, se va cerrando en sí mismo: está largos ratos dentro del armario donde se esconde cuando hay visita. Llega a un punto en el que no sale del armario ni siquiera para comer. Eso demuestra que tiene una gran depresión, ya no tiene ánimos ni para hacer lo esencial en la vida. Para colmo, está muy molesto con la actitud del hermano Salvador con Elena, ya que ella no puede dar indicios de que su marido está vivo. Ricardo, al final del cuento, ya no tiene fuerza para vivr, está harto de la vida privada de la mínima libertad, así que cuando el hermano Salvador entra en su casa y hace daño a su mujer, Ricardo no puede aguantar ese gran dolor y se suicida, terminando así con el sufrimiento y las preocupaciones, con el miedo y el sentimiento de culpa, con todo.

Desconfianza y temor

Escribe unas líneas desde el punto de vista de la madre de Lorenzo, que se siente acosada por el diácono maestro de Lorenzo.

Des del principio, mi hijo se sintió reacio a ir al colegio. Primero pensé que eran cosas de niños, pues cuando empiezan a crecer comienzan a detestar las obligaciones, pero cuando Lorenzo nos explicó que su profesor le preguntaba acerca de su familia, empecé a alarmarme.

La cosa fue a más, y Lorenzo nos contaba que las preguntas que le hacía el diácono
que tenía como profesor se estaban convirtiendo en un acoso, pues no lo dejaba en paz en ningún momento que mi hijo tenía libre.
Lorenzo cada vez insistía más en dejar de asistir a clase, ya que quería fingir enfermedades y hacer demás locuras para evitar el colegio.

Yo ya no sabía que hacer: entre el niño reacio a ir a la escuela, el diácono que a saber que se traía entre manos y mi marido escondido en un armario la mayor parte del día y que cada vez se volvía más autista yo estaba al borde de un ataque de nervios.

Pero un día lo descubrí, él ni se dió cuenta, pero yo le vi: el muy desgraciado me estaba siguiendo. Sí, el maestro de mi hijo. Sí, un clérigo. ¿Así que todo lo que le preguntaba a Lorenzo era porque estaba interesado en mí? Sentí en parte alivio y en parte repulsión. No quería que descubrieran a mi marido, y me había quitado un peso de encima el saber que nadie sospechaba y que nadie nos estaba investigando... pero no me hacía mucha gracia que ese cura se obsesionara conmigo.

Decidí no darle demasiada importancia hasta que pasó lo inesperado. Fue muy rápido y muy desconcertante: el hermano Salvador (el maestro de mi hijo) llamó a la puerta de mi casa preguntando por Lorenzo, pero luego vino hacia mí y se me puso a horcajadas encima intentando violarme. Me sentí sucia, indefensa, rabiosa y engañada a la vez cuando vi a mi marido salir del armario y atacar al hermano Salvador. Lo que pasó después, no merece la pena recordarlo.

Los girasoles ciegos

Explica como argumenta el padre Salvador sus acciones, y porque lo hace así.

El padre Salvador intenta hacer entender en su carta que él no quería hacerle daño a Elena, y que lo hizo sin querer, ya que dice que ella se le mostró muy cariñosa, simplemente para intentar que se fuera lo antes posible y que no descubriera a Ricardo.

En la carta que se puede ver que escrive durante el relato, el padre Salvador intenta convencer a un superior suyo a la vez que intenta convencerse a si mismo de que no la agredió.

ejercicio de los girasoles ciegos

  • Resume en 5 líneas, diciendo así lo más importante e indispensable, el último cuento de Los girasoles ciegos.

El ultimo cuento mezcla la 1a persona (del diácono )y en 3a persona (del niño) en el que se cuenta la historia del padre del niño (topo), republicano, que se refugia en un armario de la casa. El diácono de la escuela del niño se obsesiona con la madre del niño y acude a la casa con la excusa del niño. El diácono intenta violar a la mujer y su marido sale del armario para evitar ese echo. El diácono se marcha de la casa para llamar a la policía y el padre se suicida ante su mujer e hijo.

lunes, 5 de abril de 2010

¿De ellos quién me va a proteger?

Podría ser que él pensara que nada ya es lo de antes, que la vida debería estar en otra parte, con cárceles de oro, con amor sin tregua…. Podría ser que el tiempo había pasado, que las cosas habían cambiado, aún así corremos delante de los mismos, porqué pasado el tiempo hay quién no envejeció. Podría ser que regresando a casa contaba monedas, sumaba derrotas, volvía sin excusas, sin paz ni trabajo, dónde me esperaba mi razón de vida. Podría ser que a nuestro futuro le eran arrancadas las horas.


Y quizás, algún día podríamos volver a tapar las calles hasta que amanecieran con futuro, y mostrar a la vida nuestra obligación de ser feliz. Y aún así nunca dejo de soñar que volveremos a ser libres, puros y tú me pondrás flores en el pelo.

Si él se va... entonces ¿qué pasa con nosotros?

Hoy, martes, me he dado cuenta de que vivo entre dos mundos separados por una puerta: la de un tercer piso en una calle de Madrid.



En un mundo, el más complicado por naturaleza, soy Lorenzo, tengo 7 años y soy huérfano de padre. Voy al colegio y mi madre es la única persona de mi familia. Mis profesores me vigilan, me preguntan y lo único que puedo pensar es que ese mundo me agobia. No me gusta. Me produce angustia y contradicción, y todo porque sé que es una completa mentira. Es el mundo real, no en el que vivo, sino en el que me obligan a vivir.



Cruzo la puerta.



Vivo en un mundo íntimo, en mi casa. Estoy rodeado de silencios y de miedos, pero arropado por el amor y el cariño de mi padre, que, obligado por las circunstancias, vive en el otro lado del espejo, oculto de la vida real, de lo cotidiano. Todo es más complicado. Mi madre, el nexo de unión. Es el alma que nos da ánimo a los demás, que lo perdimos hace tiempo. Heroína de la historia. Enamorada. Todo lo hace por amor.



Cruzo la puerta de nuevo.



El ascensor ha bajado tres pisos y, por mucho que no quiera, vuelvo a estar viviendo en la parte que refleja el espejo. Mi profesor acosa a mi madre a la que cree viuda, lo que no sabe es que el anillo en su dedo gana validez una vez ha cruzado la puerta de casa.

Nos obligan a creer que la guerra ha sido una victoria en mayúscula, que las víctimas eran héroes y los muertos caídos por Dios y por España. Todo era real pero nada verdadero, y yo aprendí a diferenciarlo.



Mi padre es fiel a lo que piensa, no quiere matar por defenderlo. ¿Si tiene derecho a pensarlo? Por supuesto que tiene derecho, porque no hiere a nadie. Porque él no es como los demás. Porque mi madre lo entiende y lo comprende, aunque cada vez sea más complicado hablar con palabras. Yo sé que ellos se quieren.



Cuando chocan los dos mundos y descubren a mi padre, fiel a si mismo por amor, por dignidad, por fidelidad, por principios y por convicciones todo se desmorona.


El secreto que hemos ocultado durante años nos explota en la cara. No comprendo lo que pasa, no del todo, pero sé que no está bien. Mi profesor, la persona que en teoría tendría que enseñar y ayudar a los niños y a las personas en general, no había parado hasta que lo había conseguido. Nos ha destrozado la vida.



Ahora ya nada es un secreto. ¿Cómo puede ser un secreto algo que ya no compartes con las dos personas más importantes de tu vida? Y es entonces cuando, consciente en todo momento de sus acciones, decide zanjar el asunto de la manera que él cree la indicada. Se acerca a la ventana y se tira. Nos deja. Se va. Él muere… y todos morimos un poco.



Recuerdo que, hace algunos meses, miré a mi padre pero me ví a mi mismo. Dios sabrá qué tipo de metáfora era esa y qué significado tenía, pero creo que me hice una idea. A día de hoy, yo tampoco lo he olvidado...

lunes, 1 de marzo de 2010

Testamento Vital

Elena se marchó, dejó olvidado un cuerpo dormido. Eulalio dejó abiertas las ventanas. Ella se alejó sonriendo, imaginando mientras la tarde caía, ese camino, también el fin del trayecto. Él imaginaba dos entradas para el cielo. A ella le quedaba despedirse y arder en una estrella. A él disponer que abrieran las ventanas otra vez y le dejasen marchar, que la noche no le doliera. Aunque así, una ofrenda sin pedir a gritos la vida le trajo, su pequeño milagro. Sin embargo conocerle aquí fue todo aquello que algún día fueron y a la vez fue encontrar el tesoro que escondían los dos. A la luz de la noche se intercambiaban lloriqueos y palabras, “Duerme, mi pequeño, que en el país al que vas dormido escriben la verdadera historia los vencidos. No temas despertarte, que la luz que se cuela por el tamiz de tus sueños alumbra esta noche y limpia el cielo del mundo. Duérmete y que vuestro sueño custodie el futuro.”, hasta que bañando la noche sin luz de su utopía, su voz fue incapaz de tapar ese estruendo.
[http://www.medinaguerra.com]

domingo, 28 de febrero de 2010

Manuscrito encontrado en el olvido

Este segundo cuento habla de las condiciones que tienen que vivir las personas refugiadas de la guerra. De lo mal que viva la gente. La miseria, el mal vivir y la angustia que la gente refugiada de la guerra tenía que pasar. Nos quiere mostrar que en realidad, las personas que se encuentran fuera del campo de batalla de la guerra, son las que en realidad viven los efectos de la guerra y sus malas condiciones, que por tanto los muertos del campo de batalla son muertos por disparos, en cambio los muertos de las personas refugiadas son muertos per otras circunstancias.
Los sentimientos que quiere mostrar el autor con este
cuento son de desesperación, ya que tras la muerte de su mujer, Elena, esta tan mal que hasta pierde el interés por cuidar de su bebé.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Manucrito encontrado en el olvido


En éste segundo cuento del libro, Eulalio, un joven de 18 años y su novia embarazada, huyen de la guerra, y se esconden en una braña en una montaña. La joven muere durante el parto, y Eulalio decide dejar morir al bebé. Pero al final, al cabo de unos días, decide alimentar al bebé, ya que le da lástima dejarle morir.


Aunque él sabe que ambos van a morir, decide intentar salvar al niño con los pocos recursos que tiene, y que a medida que avanza el invierno, van siendo reducidos.
Esta historia fue encontrada en la braña donde vivieron el poeta y el bebé durante sus últimos meses de vida, y que el joven escribió en una libreta durante el tiempo que estuvieron allí, y que se encontró junto a los cadáveres de ambos, junto con algunos restos de la vaca, un vestido de mujer y algunas mantas.

martes, 23 de febrero de 2010

MANUSCRITO DE ESPERANZAS


El segundo cuento titulado, Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido, relata las experiencias de un manuscrito encontrado en unos archivos. Aún así, no es un manuscrito cualquiera, es un manuscrito de la mano de un poeta que no encuentra un lugar seguro o tranquilo después de la muerte de su mujer. Es un poeta con ilusiones perdidas que intenta llevar a cabo un viaje para huir del calvario pero los hechos se tuercen cuando su mujer rompe aguas en medio del camino.
El poeta se crea ilusiones inexistentes al iniciar su viaje. Después sufre una derrota, no es una derrota cualquiera, sino una derrota a colación de unos intentos de cuidar a su hijo. Unas angustias, frustraciones y derrotas personales que el poeta no puede superar. De todas formas, el poeta intenta llevar a cabo sus rutinas para decirnos que aunque la guerra haya acabado con su hijo y su mujer, no podrá acabar con la ilusión de haber sobrevivido momentáneamente a lo que se denomina una guerra.

lunes, 22 de febrero de 2010

Manuscrito encontrado en el olvido, 1940.

Han pasado tantos años que ya me cuesta leer lo que escribí hace demasiados inviernos. Era 1940 y ella murió. Nos conocimos unos años antes, casi de casualidad y nos enamoramos al instante.

Ella lo era todo para mi. No fue un bueno año. No lo fue para casi nadie. Nos vimos obligados a huir de la ciudad para ir hacia Francia, pero el camino nos costó demasiado. Y más a ella, por supuesto. Más a ella porque estaba embarazada de 8 meses y agotada por la guerra. La intenté convencer de que no viniera conmigo, pero supongo que eso es el amor. Cometer locuras. Y ella hizo una tan grande que se fue de mi lado para siempre. Pero dejó conmigo el que hubiera sido nuestro mejor tesoro... un pequeño ser humano tan frágil que después de su muerte apenas podía mirar.


Los días pasaban y nuestro refugio no era el lugar idóneo para vivir. Hacía demasiado frío y, además, estaba solo. Sin embargo ni se me pasaba por la cabeza alejar a Elena de mi. Es más, incluso me planteé dejarme morir para estar con ella... si no estaba ella ¿para qué valía yo?

Supongo que el niño lo complicó todo. Juro que yo no quería tocarle, ni mirarle... el mejor sitio donde iba a estar él era con su madre. Ella le explicaría todo lo sucedido y estoy seguro de que me perdonaría, porque entendería que era lo mejor para todos. Entendería mis razones y me daría las gracias por no hacerle vivir en una España tan cruel. Sí, estoy seguro.

El día que lo toqué por primera vez, sin embargo...

Sin embargo supe que no podía dejarle morir. Supe al instante que era su padre más que nunca. Supe al instante que él no merecía ser una víctima más de esta tontería llamada guerra. Supe al instante que yo le daría mi calor y le protegería costara lo que costara.

Fue un cúmulo de cosas. Demasiado frío, poca comida, la falta de su madre... a medida que pasaban los días lo que escribía era más difuso. Supongo que enloquecí un poco. Ver a mi amor tumbado en el suelo, blanca, fría, sin moverse... me dolía. Me dolía mucho. Pero me repetía que no podía pagarlo con el crío, que de vez en cuando sonreía. Y cuando lo hacía yo tenía menos frío.

Pasaba el tiempo recordando poemas y autores. Me ayudaban a enlazarlo todo, además mi inexperiencia como padre iba quedando a un lado cada vez que le daba un beso o le preparaba la comida. La literatura era entonces mi mejor compañera; siempre encontraba unos versos que decían exactamente la situación que estaba pasando y, aunque parezca una tontería, a mi me reconfortaba. Me sentía menos solo, aunque menos humano también.

El día en que me desperté y el bebé había muerto se me partió el corazón y estuve recogiendo los trozos durante horas. Durante esos años maduré tanto que todavía me siento joven cuando lo recuerdo. Será porque estas cosas son las que te marcan... será porque Elena y Rafael siempre estarán conmigo.

domingo, 21 de febrero de 2010

Rafael. Rafael. Rafael.

Rafael. Rafael. Rafael. Y así hasta ciento diecinueve veces.
El niño al que primero iba a dejar morir se había convertido en usu única razón para vivir.

Todo comenzó cuandó murió Elena. Me sentía tan sumamente desolado que no podía pensar en nada. Me limitaba a mirar al niño sobre su madre muerta, el niño que había sido la causa de su muerte y a la vez el fruto de ésta.
No supe reaccionar, mi mundo se derrumbó al morir Elena: ya no quería seguir el camino hasta Francia, ya no sabía qué hacer con el bebé recién nacido, ya no quería continuar con mi vida... Todo había sido en vano. La huida ya no tenía sentido, no sin Elena, sin Elena no existía ningún camino que recorrer.
Al crío lo dejaría morir junto a su madre, pues ella hubiera sabido cuidarlo y lo hubiera enseñado a reír.
Todavía no me puedo creer que esté muerta. En aquellos momentos, me puse mirar al rostro pálido y sin vida de Elena sin ser capaz de reaccionar ni de fijarme en otra cosa.

Todo esto no hubiera pasado si hubieramos hecho caso a sus padres, si Elena no me hubiese acompañado en mi huida, si no hubieramos emprendido un viaje interminable estando ella de ocho meses. Si aún me sigo sintiendo terriblemente culpable, ¿cómo creéis que me sentía en aquél instante? Estaba destrozado, desconsolado, atormentado.

Después de varios días devanándome los sesos, me dí cuenta que era mi deber alimentar al niño, no podía dejarlo morir, me sentía responsable de él. Empecé a preguntarme si Elena hubiera querido un hijo derrotado y me encontré dándole a chupar un trapo mojado en leche desleída en agua.

Yo escribía poemas para explicar lo que sentía y para no sentirme tan solo. Ahora que leo lo que escribí, me doy cuenta de que la situación estaba pudiendo conmigo, pues cada vez escribía y dibujaba en mi cuaderno cosas más raras e indescifrables.
A menudo, relacionaba la literatura con la realidad nombrando a poetas y citas como "Infame turba de nocturnas aves" que todavía no sé por qué escribí aquella cita. Supongo que en aquella braña, debía ser el único medio por el cual me relacionaba con la cultura y pensar en literatura y en aquellos personajes como Lorca y Bécquer me permitía evadirme por unos instantes de la difícil situación que estábamos viviendo mi hijo y yo.
"Mi hijo". Ya empezaba a quererlo y a considerarlo algo mío. Fui sufriendo un progreso desde que empezó la historia, si se le puede llamar así, y aunque el niño acabó muriendo y yo acabé por quererlo, besarlo y ponerle un nombre: Rafael.

Los últimos días fueron los más duros, pues se notaba que Rafael tenía hambre, necesitaba calor y sobretodo aliento. Y yo no supe mantenerlo con vida aunque puse todo mi empeño en ello.
Después de la muerte de Rafael, apenas escribí en mi cuaderno, pues el lápiz terminó por acabarse después de mis garabatos con el nombre de mi hijo.

"La guerra no se da sólo en el campo de batalla". Divinas palabras.

MANUSCRITO ENCONTRADO EN EL OLVIDO


La intencionalidad del Manuscrito encontrado en el olvido es que el autor del cuaderno, escribiendo, saca su tristeza, dolor, melancolía y arrepentimiento de dentro. Estos sentimientos vienen provocados por la soledad que le ha dejado la muerte de su mujer que acababa de tener un hijo.

A veces las personas saben expresar mejor lo que les ocurre o sienten escribiendo, desahogando cada pensamiento y momento de impotencia encima de un trozo de papel. Esto es lo que hace Eulalio con el cuaderno, en él podemos ver un sufrimiento desmesurado reflejado en cada página.