viernes, 13 de noviembre de 2009


El poema La aurora, de Federico García Lorca, me sugiere que Nueva York es una ciudad oscura y sucia. Está llena de rascacielos que no dejan que la aurora de la mañana pueda ser contemplada. Por eso la gente no tiene esperanza de nada; están tristes y desolados.
Aunque es una ciudad muy grande donde habitan muchas personas, cuando te encuentras allí te sientes sola.
Dentro de la ciudad todo es negro, y la gente intenta buscar la salida, pero no encuentran la luz.
En Nueva York nada cambia, todo es siempre igual, y nadie te echa una mano cuando lo necesitas. La gente está tan pendiente del dinero que no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor, y los que salen más perjudicados son los niños, que son el futuro de la ciudad y de ellos depende el futuro de esta gente.
El poema también me hace pensar que todo esperanza y esfuerzo por hacer que la ciudad sea viva y tenga color es en vano. La vida neoyorquina es rutinaria.
Finalmente, el poema acaba contando que Nueva York es una ciudad ruidosa, industrial y capitalista. Hay barrios marginales con gente pobre que vive en la calle.

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