lunes, 15 de febrero de 2010

Si el corazón pensara dejaría de latir... Las razones del Capitán Alegría


"No puedo ser participante de una victoria así, no quiero ganar de esta forma".

Un día antes de la victoria fascista, el Capitán Alegría, miembro del ejército franquista, toma la decisión de rendirse. Nadie entiende su voluntad: ni los del bando sublevado, ni mucho menos los del bando republicano cuando éste les llega con las manos en alto y con el anuncio "Soy un rendido".

Lo incomprensible que les resulta la actitud del Capitán Alegría a ambos bandos de la guerra, para mí resulta perfectamente comprensible: Alegría es un fascista, de eso no cabe duda, pero él sí que sabe qué no es: un asesino.

Lo más seguro es que a medida que iban avanzando las tropas franquistas por encima de las republicanas, el Capitán Alegría fue dándose cuenta de que las intenciones de su bando no eran ganar la guerra, sino matar al máximo número de contrarios posible.

Ante esa actitud que contrasta con su manera de ser, su moral y sus ideales, el Capitán Alegría toma la difícil decisión de rendirse a los republicanos e huir del bando franquista, sabiendo lo que eso supone: si los sublevados vuelven a dar con él, lo matarán.

Sin embargo, creo que Alegría no se esperaba tal recibimiento por parte de los republicanos, que albergan la duda de si quiere atacarles desde dentro, o si trama cualquier otra cosa contra ellos.

Después de una pequeña odisea, acaban fusilándolo las tropas franquistas, pero tiene la suerte de sobrevivir y salir a la superficie nadando entre cadáveres.

Y después de que una anciana lo curara, viaja hasta su pueblo de origen y se pega un tiro, cansado de que no lo comprendan, sabiendo que tarde o temprano volverán a atraparlo y matarlo... pero, aun así, orgulloso por su decisión, con la cabeza bien alta, y con la esperanza de volver a ver a su familia y a su novia.

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