miércoles, 7 de abril de 2010

LOS GIRASOLES CIEGOS, Alberto Méndez

En el cuarto y último capítulo titulado, Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos – cuento que da título al libro- hay una serie de temas que se ven muy bien reflejados ya que son únicos y verdaderos.

Primero, el tema clave y punto de éste último cuento es la religión; aquí, la religión se ve reflejada como un aspecto intocable, inequivocable e incuestionable. La carta que el hermano Salvador envía a un superior suyo está llena de alegaciones a la religión y, por consiguiente, a Dios. Por la religión, el hermano Salvador es capaz de cometer barbaridades, pero no son barbaridades porque se deben a la religión. 1 [...] ¡Ah! Ellos pretendieron alterar el orden de las cosas, modificar los designios del Señor, ignorando que non est potestas nisi a Deo y tuvimos que glorificar nuestra Victoria [...]. Es más, se lucha por el enaltecimiento de la religión, de ésta forma, las víctimas de la guerra son seres invisibles, inexistentes e desinteresados.

Dentro de éste apartado, encontramos un subtema que es casi ignorado, pero muy importante. Se trata de la educación que reciben los alumnos; 2 [...] ¡La Luz! Padre, con cuánto desconsuelo hablo de la Luz. A mis párvulos les hablaba de la Luz, porque necesitaba despertar su inquietud babulicona [...] cuando el hermano Salvador decide ser maestro de párvulos, la educación se convierte en un punto inamovible dentro del cual giran los alumnos. Podríamos decir, que la educación se trata del hilo que va a colación de la religión, y que, sin él, nada funcionaría.

Segundo, tenemos a un niño – hijo único- como tema de debate. El hermano Salvador ve en Lorenzo ‘’algo’’ que no ve en los demás, pero no sabe qué es. Podríamos decir que se trata de un presentimiento, pero verdaderamente, el hermano Salvador ve en Lorenzo una forma de ser que no se adecúa a la de los demás. Entonces, qué es lo normal para Salvador? Más adelante, podemos saber que el hermano Salvador ve una astucia o, quizás, una agilidad no común en los niños y, por ello, se fija en él. 3 [...] Todo empezó con un alumno extraño entre los párvulos. Solo Dios sabe por qué entre más de doscientos treinta alumnos tuve que fijarme en él. [...] pero había algo en él que, poco a poco, comenzó a llamar mi atención [...].

Así, podemos determinar o suponer que a la edad de Lorenzo, se aprendía lo que el maestro decía o quería decir, así, podemos decir que hay un control de la educación – saltamos al tema anterior-, pero no por ser o estar un poco más astuto era motivo de castigo, pero sí motivo de duda.

A raíz de éste niño –Lorenzo- el hermano Salvador acabará por infiltrarse en las vidas de los padres de Lorenzo y así, empezará a surgir un nuevo debate que lo convertiremos en tema. Tercero, tenemos que mencionar el lugar de la mujer en dicha época –la del franquismo- y, en relación al hermano Salvador, la atracción que padecerá hacía la mujer. Anteriormente, nos menciona el hermano Salvador que la carne es débil, y que a causa de ella, el hombre comete pecados 4 [...] La furia de Dios puede enloquecernos. Padre, conocí la carne [...].

La obsesión –llámenle así- del hermano Salvador empezó volcándose en Lorenzo, pero más tarde se acopló en madre de Lorenzo. El hermano Salvador dice que la mujer es pecado y que por ello, hay que intentar no caer en el pecado. Pero en el cuento vemos un sujeto- el hermano Salvador- que en vez de intentar no caer, lo que hace es precipitarse y se abalanza sobre la mujer. Se nos muestra el deseo como un objeto que rompe corazones, los destella, los atraca y deja que el sujeto no piense a donde va. La educación que intenta la madre de Lorenzo darle a su hijo, es grandiosa y cuantiosa y, pudiese ser que fuese ésta, quien enamorase al hermano Salvador. 5 [...] << ¡Canta!>>, le ordenó, <>

<< Mi hijo no quiere morir por nadie, quiere vivir para mí>>, dijo una voz suave y melosa a mis espaldas. Me volví y era ella. Ahora comprendo la frase del Eclesiastés: La mirada de una mujer hermosa, pero sin virtud, abrasa como el fuego. Yo ignoraba entonces que así nacía mi desvarío [...].

Así, podemos concluir que es un amor sin substancia, sólo deseos.

Cuarto, nos falta un segundo sujeto – el más importante de todos- que es el padre. El padre de Lorenzo es el porqué de estas dudas, es el porqué de éste seguimiento y también, el porqué de este deseo por parte del hermano Salvador. El padre de Lorenzo vive en un mundo inexistente, que se termina dentro del armario, ése armario que huele a soledad, miedo y, lo que los franquistas buscan, silencio. Un silencio con un hedor repugnante que divide el hogar en dos partes: la permitida y la no permitida. 6 [...] Era otra forma de complicidad, como el armario donde vivía mi padre o la viudedad de mi madre. Todo era real pero nada verdadero [...]. Este estupor que se vive dentro del armario está condicionado por la vida del franquismo o, mejor dicho, los militares franquistas que rompen sueños sin saberlo, que rompen familias sin conocerlas. Éste miedo se lleva a tal extremo que es capaz de asegurar una cosa, cuándo la mente dice otra cosa. Los franquistas ven en la víctima una debilidad sumamente fuerte que se deja consumir cuándo son descubiertos.

Finalmente, podemos englobar la situación comentando que todos los males producidos por el hombre –el hermano Salvador, en éste caso- se justifican con que es una necesidad del hombre y que, ellos –los impíos- quisieron arrebatarles el mandato, la fe y la Victoria. 7 [...] El Maligno quiso trocar mi orgullo en remordimiento y buscó la forma de humillarme [...]. [...] Se suicidó Padre, para cargar sobre mi conciencia la perdición eterna de su alma, para arrebatarme la gloria de haber hecho justicia [...].

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